Arte y expresión combinadas en una imagen que permanece. Eso es la fotografía. Desde sus orígenes, esta peculiar manera de contar historias, ha sido capaz de transmitir lo que el fotógrafo o fotógrafa en cuestión sentía. Podemos encontrar fotografía de muchos tipos, desde la artística hasta la publicitaria, pasando por la personal y la del día a día. Si bien hace unos años, le fotografía se utilizaba en determinadas ocasiones, en la actualidad, todo el mundo puede ser fotógrafo, gracias a la digitalización y, por su puesto, a los teléfonos móviles. Hoy en día, todo el mundo lleva una cámara en la mano.
Esta realidad nos proporciona una idea del poder que ejerce la fotografía en la sociedad actual. Su capacidad para capturar momentos en el tiempo, permite crear recuerdos o mostrar lo que uno ve. Se trata de una forma de arte atemporal que ejerce una gran influencia en diversos ámbitos de la existencia humana. Una lente a través de la que es posible documentar la historia, preservando aquellos momentos que dan forma a la narrativa colectiva. Más allá de la historia que la precede, la fotografía posee el poder de moldear la opinión del público y evocar emociones en quien contempla las imágenes.
En la era digital en la que nos encontramos, se ha convertido en un lenguaje universal dentro de la red, puesto que resulta ser un medio de expresión artística, desempeñando un papel fundamental en la concienciación medioambiental, captando la belleza y fragilidad de nuestro planeta, entre otros aspectos.
Desde sus orígenes, la fotografía ha recorrido un largo camino que se inició con la cámara oscura. Un sencillo dispositivo que era capaz de proyectar imágenes sobre una superficie. La primera fotografía permanente se realizó en el año mil ochocientos veintiséis, por Joseph Nicéphore Niepce, marcando el inicio de este arte. A lo largo de los años, esta forma de arte no ha hecho otra cosa que evolucionar a gran velocidad. Pasando de la película en blanco y negro hasta la revolución digital.
Así influye la fotografía en nuestra sociedad
Si preguntamos a profesionales del sector como hemos hecho con Paqui Sirvent Foto & Ilustración, descubrimos que la fotografía se ha convertido en una herramienta indispensable a la hora de documentar momentos. Tanto hechos históricos como particulares. La fotografía permite captar aquellos momentos congelados en el tiempo, ofreciendo registros visuales auténticos y, generalmente, objetivos. Las imágenes forman parte de la memoria colectiva. Son capaces de educar e informar sobre el pasado, convirtiéndose en recursos indispensables para los historiadores, investigadores y educadores. El impacto que ejerce la fotografía en la sociedad es profundo, permitiendo la creación de archivos históricos capaces de conectar con la experiencia humana compartida. Además de garantizar que esas historias contadas con imágenes, sigan resonando en el futuro.
Como arte narrativo visual, la fotografía moldea la opinión pública, evoca emociones e influye en como el espectador, percibe los acontecimientos. Las imágenes más icónicas llegan a convertirse en símbolos, al mismo tiempo que el fotoperiodismo permite sacar a la luz las realidades e injusticias sociales más relevantes. En el caso de las fotografías que retratan momentos de alegría o más conmovedores, conectan con las personas a nivel emocional, lo que fomenta que se produzca un entendimiento colectivo a través de las imágenes.
Este poder es mayor en la era digital, donde todo viaja a gran velocidad. La fotografía se encuentra ligada de forma inevitable a las redes sociales, donde se ha convertido en el lenguaje por excelencia. Una imagen, vale más que mil palabras. Las diferentes plataformas como Instagram o Pinterest, se han erigido como centros dinámicos de narración visual. Atrapan al público dejando una impresión duradera. Todo esto sin olvidar que la fotografía se extiende a la publicidad, el marketing y todo tipo de interacciones sociales.
Pero más allá de ser una habilidad técnica, se trata de un poderoso medio de expresión artística. Mediante su visión distintiva y la creatividad de la misma, los fotógrafos tienen la capacidad de transformar las escenas más cotidianas en excelentes obras de arte. En algunos géneros, como puede ser el retrato, los paisajes o la fotografía callejera, los artistas, cuentan con la oportunidad de mostrar, desde su perspectiva única, las emociones deseadas, invitando a quien contemple la imagen a realizar un intenso viaje visual.
Sin embargo, para interpretar una imagen, es necesario conocer la cultura y el entorno en el que se realiza, el momento histórico al que pertenece y las creencias personales. Una imagen no tiene el mismo significado para cada persona. La perspectiva personal es diferente en cada uno. Por lo que podemos decir que una imagen no significa lo mismo en cada momento histórico o dentro de cada cultura.
Cada vez nos movemos en un entorno más visual. No solo construye imágenes la persona que se dedica a la fotografía a nivel profesional, todos hacemos fotos. Todos llevamos la cámara en la mano y la utilizamos, a veces, de forma indiscriminada. La prueba son las citadas redes sociales, donde las palabras, pasan a un segundo plano y eso, si no desaparece totalmente.
Pensamos, consumimos y producimos imágenes de manera casi compulsiva y automática, sin reparar en el arte o la técnica. A fin de cuentas, hacer una foto, resulta más sencillo que crear y componer una frase. La inmediatez permite que las imágenes se consuman y compartan en el instante, sin mayor demora. La mayoría de las veces, su conservación depende de las prisas del fotógrafo o la capacidad de almacenamiento que tenga el teléfono. Sin embargo, cada movimiento que hacemos, cada viaje, cada gesto, cada guiño o actividad que realizamos, se convierte en una imagen tan fugaz como una palabra.
Tan atemporal como actual
A día de hoy, más que nunca, la fotografía se ha convertido en el testimonio fiel de los momentos sociales, políticos, culturales y personales del momento. Resulta muy difícil conocer el número de imágenes que podemos ver o crear en un solo día: online, en redes sociales, televisión, vallas publicitarias, revistas… Crear una imagen y ponerse frente a ella, tiene un gran potencial a nivel pedagógico, por lo que la alfabetización visual, supone adquirir una educación en dos sentidos:
- Educar en el lenguaje y la cultura visual, adquiriendo capacitación para poder desarrollar una lectura crítica y reflexiva sobre la imagen que observamos, sin olvidar sus diferentes significados.
- Educar en expresión fotográfica como herramienta que permite conocer el entorno y a uno mismo, a modo de estrategia a la hora de contar el mundo desde la autenticidad personal y la verdad. Cuando creamos una imagen con el teléfono y la compartimos, representamos lo que vemos al tiempo que construimos una imagen con lo que somos.
Las personas que hacen fotografías con objeto de compartirlas, tienen una gran responsabilidad a nivel social, puesto que su capacidad para representar lo que sucede, confiere el poder de elegir lo que incluye o no en la imagen. Podemos construir imágenes que generen una realidad inexistente o distorsionada de los hechos, mostrar lo que tenga interés social o político, construir realidades mediante manipulación digital o cambiar por completo el contexto en el que se realizaron. Razón por la que el espectador, debe observar con atención y juicio crítico.
Es cierto que una imagen puede denunciar los horrores del mundo, detener guerras y tiene gran poder mediático en un mundo en el que cualquiera, puede decidir las imágenes que pública y las que no. La difusión de imágenes, no es ya un monopolio, aquellas imágenes que antaño, eran privadas y formaban parte del álbum familiar, pasan ahora al ámbito público. La cámara de fotos y el teléfono móvil, son el instrumento que permite construir imágenes, en muchas ocasiones de forma automática y compulsiva.
De manera que ha pasado a ser un recurso para conocerse y darse a conocer, al tiempo que puede conducir a crear estereotipos y construir identidades idílicas o crear realidades poco éticas o falsas. Por lo que la educación visual de la ciudadanía, se considera clave a la hora de construir usos éticos, creativos y culturales de las imágenes, sobre todo, si se dirigen a personas más vulnerables, la infancia o la adolescencia. Solo con cierto criterio, la fotografía, puede ser la fuente de patrimonio cultural adecuada.
Hacer un uso de la fotografía, dentro de nuestra cotidianeidad, teniendo claro que es memoria, arte y patrimonio cultural, es posible que seamos más responsables de las imágenes que producimos. Puesto que tienen un gran peso en la sociedad, adquiriendo conciencia del poder que tiene y utilizándolo bien, puede llegar a ser una herramienta capaz de cambiar algunos aspectos de la sociedad y, por tanto, del mundo.
Mientras tanto, solo podemos añadir que la fotografía, es un arte, una forma de expresión y un medio de comunicación importante. Sin embargo, para todos aquellos entendidos (y los que no), la realidad es que, la fotografía, a veces escapa al arte y se convierte en una burla de la sociedad, retratando sin captar la esencia y mostrando algo que, en realidad no es como parece. Si algo caracteriza a la fotografía es que, a pesar de mostrar lo que hay, lo que hay, puede no ser cierto. Todo depende del objetivo con el que se mire.