En un mundo construido por y para las personas sanas, la vejez y la enfermedad pueden resultar grandes impedimentos a la hora de desarrollar una vida con normalidad, lo que, a su vez, provoca inseguridades, agotamiento, estrés o tristeza en quienes lo padecen. Según el National Institute of Mental Health de los Estados Unidos, las personas con enfermedades o con problemas médicos crónicos, tienen mayor riesgo de padecer depresión y otros trastornos como la ansiedad. En los casos en los que la enfermedad o la vejez deriva en una limitación de movilidad, se necesitarán mayores cuidados, al no tener más remedio que depender de otras personas para llevar a cabo las cosas más cotidianas del día a día. Esto puede conducir a que, quien esté recibiendo la ayuda, se sienta una carga para el resto, y se aísle o distancie de sus seres queridos. Las relaciones se pueden dañar al no saber cómo gestionarlas por ambas partes.
Si estás pasando por una situación similar, quédate en este post porque te daremos algunos consejos para ser una buena compañía en estas circunstancias.
1. Reconoce tu privilegio
Si eres una persona sana, y no tienes problemas de salud que limitan tu vida de la misma forma, es importante que te pares a reflexionar sobre el privilegio del que dispones. Sólo de esta manera podrás entender a los demás con empatía. No se trata de que lamentes la suerte del otro, ni de que te culpes por la tuya, sino de que comprendas que el problema, no está en su cuerpo o en su manera de vivir, sino en que, el mundo que hemos fabricado les ha excluido de un sistema basado, principalmente, en la capacidad del individuo para producir, sin tener en cuenta otros valores humanos.
2. Edúcate por tu cuenta sobre su situación y no hagas preguntas incómodas
Si estás leyendo esto, es que ya te has dado cuenta de que necesitas conocer muy bien la situación que atraviesa tu amiga o compañera, y no quieres hacer o decir nada que esté fuera de lugar. Es muy importante que conozcas la enfermedad. Si tienes curiosidad sobre las cosas que puede o no puede hacer la otra persona, adelántate leyendo o mirando en internet antes de hacer una pregunta incómoda, sobre todo si no tenéis mucha confianza. Es muy posible que alguna persona en la misma situación tenga una cuenta personal en redes sociales. Te recomendamos seguir este tipo de contenido porque aporta una información muy íntima que va más allá de lo clínico y, normalmente, quienes se dedican a ello, cuentan sus experiencias en primera persona aportando consejos que te pueden ser muy útiles para hacerte una idea de lo que estará viviendo tu compañera o compañero.
3. Párate a escuchar
Si has aplicado el punto número dos, ya sabrás bastante sobre la situación de tu amiga o amigo, y puede que caigas en el error de querer hacer gala de tus conocimientos de una manera pedante y con el objetivo de que se te reconozca el esfuerzo de haberte informado. No puede olvidársete el punto número uno. Debes tener siempre presente que tú dispones de un privilegio que la otra persona no tiene, así que, el hecho de informarte, es lo mínimo que puedes hacer, y no es algo por lo que se te deba premiar. Además, el conocimiento y los consejos de otras personas, aunque sirvan para guiar, no serán aplicables para todo el mundo, ya que cada individuo tendrá sus necesidades y preferencias y es importante que las escuches y las respetes.
4. Ayuda solo en lo necesario
Si tenéis una relación muy íntima , o si convives con alguien que tiene movilidad reducida, es normal que quieras hacer todo lo posible por ayudarle. Esto es muy valioso y te describe como una persona bondadosa, pero, en muchas ocasiones puede conducir a actitudes sobreprotectoras que hacen que los demás se sientan inútiles. Debes dejar muy claro que estarás disponible siempre que te pidan ayuda, pero no hagas nada que veas que podría hacer por su cuenta sin que sea solicitado.
5. Frecuenta lugares accesibles
Aunque cada vez son más estrictas las normas a la hora de construir o diseñar interiores accesibles, todavía hay lugares de la vía pública y espacios privados que no cuentan con las condiciones básicas que aseguran la accesibilidad de personas con movilidad reducida. Es importante que, a la hora de realizar un plan, te asegures de que tu amiga va a poder entrar con su silla de ruedas para evitar que se sienta mal en el momento. Asimismo, si convives con la persona, procura modificar la casa para que todo le sea lo más fácil posible. En la actualidad existen numerosos avances técnicos que pueden ayudar a garantizar una independencia de las personas con movilidad reducida en su día a día para que no dependan de sus seres queridos o de cuidadores externos. Una acción tan simple como la de incorporarse en la cama para beber agua o desayunar, puede resultar un reto para alguien en esta situación, y mejoraría mucho su calidad de vida, el hecho de disponer de una cama articulada es clave. Si no tienes ni ideas de camas articuladas puedes visitar La Tienda del Cuidador, ya que cuentan con camas con carro elevador eléctrico para manejar sus movimientos con un simple mando a distancia. Por supuesto, si vives en un edificio sin ascensor, es hora de exigir a la comunidad la instalación del mismo.
6. Hazle entender que también es importante para ti
Es posible que, por miedo a no preocupar a esta persona con tus problemas, evites contarle tus miedos y preocupaciones. De esta forma, no sólo estás alejándole de ti, sino que puedes hacer que se sienta una carga, al notar que sólo tú tienes la posibilidad de ayudarle. Muéstrate vulnerable y bríndale la oportunidad de que te dé su punto de vista y opinión con respecto a lo que te sucede. Aunque no tengas su misma condición física, tú también puedes padecer y necesitar el cariño y el cuidado de tus seres queridos.
7. Acude a terapia
Si ves que la otra persona no se abre, y tú tampoco logras sentirte bien del todo; o si no conseguís gestionar la situación por vuestra cuenta, la mejor opción es contratar un servicio de psicología especializada, tanto por una parte como por la otra, ya que os dará las herramientas necesarias para comprender lo que ocurre y atenderá vuestro caso personal. Evidentemente este proceso puede ser relativamente lento, no va a producirse una mejoría de la noche a la mañana, pero el esfuerzo merecerá la pena.