Restaurar muebles como actividad de ocio

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Entendemos por ocio todo aquello que nos proporciona diversión y disfrute. Cuando escuchamos esta palabra, a nuestra mente suelen acudir imágenes de fiestas y actividades de todo tipo, alejadas de las tareas cotidianas. No obstante, el ocio es relativo, para algunos lo que puede ser un hobby maravilloso para otros, resulta aburrido. Como por ejemplo leer o salir de fiesta. Actividades opuestas que a unos entusiasma y a otros causan pavor. Como fuere, lo importante de una actividad de ocio, sea cual sea, es que nos haga sentir bien, disfrutemos de ella y si encima es productiva, mejor.

De tal manera que hemos encontrado una actividad que puede ser tanto de ocio como profesional, aunque eso ocurre como muchas actividades, a decir verdad. En esta ocasión queremos hablar de la restauración de muebles antiguos, una actividad que puede ser tan ociosa como interesante, al mismo tiempo que gratificante. Este tipo de actividades, aúnan una parte artística, otra de actividad física y el ingenio y destreza de quien la realiza. No todos poseemos esa capacidad de visualizar el resultado antes de empezar, por lo que es posible lanzarse a la aventura, sin esperar nada y obtener un resultado excelente.

A todos aquellos que les cause curiosidad o sientan interés por la restauración de muebles como actividad de ocio con la que pasar sus ratos libres, les vamos a proporcionar una guía para que, de iniciarse en la aventura de la restauración, sepan los pasos a seguir. Empezamos.

Los primeros pasos, la preparación

Antes de restaurar un mueble, necesitamos algo indispensable: el mueble en cuestión. Una vez tengamos claro el mueble que vamos a transformar con nuestra restauración, lo primero es proceder a una inspección. Inspeccionar el mueble es indispensable para determinar el método de restauración a seguir, los materiales adecuados y las técnicas necesarias de aplicación. Esta parte del proceso es fundamental.

Durante la misma, como nos aconsejan los profesionales del sector del mueble de Muebles Morte, es crucial, identificar el acabado original. Esto influirá en los productos necesarios y las técnicas a aplicar. Luego se procede a determinar los daños posibles, como grietas, fisuras, piezas sueltas o faltantes… Así como los daños en el acabado, como puede ser un barniz dañado o el deterioro por humedad. Conviene comprobar si existen daños a consecuencia de infestaciones o causados por insectos, un ejemplo, puede ser la carcoma.

Por último, comprobar el estado de los herrajes, vidrios y espejos, si los llevara.

El siguiente paso, es la limpieza del mueble. Tras realizar una inspección detallada, hay que hacer una limpieza que elimine la suciedad, la grasa y el polvo acumulado, esto permitirá que el tratamiento posterior, se adhiera de forma correcta. Lo primero que hay que hacer en este paso, es limpiar el polvo, después se pasa a limpiar la grasa y manchas leves y, por último las manchas de grasa con brillos y las de humedad. Cuando se trata de muebles con acabado en goma, laca o cera, basta con utilizar un paño humedecido solo con agua, para retirar el polvo y las huellas. Si la cera está en malas condiciones, retirar con lana de aluminio o lija y aplicar una nueva capa.

Durante la limpieza hay que tener en cuenta algunas precauciones que se deben tomar, como evitar el exceso de agua, no utilizar limpiadores comunes y poner cuidado en las zonas delicadas.

A continuación, cuando ya hemos comprobado que el mueble está exento de manchas, se lleva a cabo el desmontaje. Este paso es crucial, puesto que permite que se trabaje en cada pieza por separado, realizando una limpieza y reparación profunda. El cuidad y la organización son clave en esta fase, asegurando que no se produzcan daños adicionales y facilitando el montaje preciso, una vez finalizada la restauración.

Para proceder al desmontaje, lo primero que hay que hacer es preparar todo lo necesario. Las herramientas que van a ser necesarias, como destornilladores, alicates de punta fina, tenazas, una espátula para levantar clavos o piezas pegadas, martillo de goma… Con todo el arsenal preparado, se procede al desmontaje, por el siguiente orden: herrajes, bisagras, tiradores y cerraduras; clavos y fijaciones; piezas ensambladas; piezas encoladas.

Todo esto, se almacena y guarda de forma adecuada y protegida para evitar pérdidas y facilitar el posterior montaje. Proteger las piezas durante el proceso, siempre que no están siendo tratadas es tan importante como la restauración en sí, evitando daños posteriores.

Ahora, ya tenemos todo listo para proceder a la restauración del mueble.

Paso a paso para recuperar el mueble

Una vez tenemos todo preparado, es momento de ponerse a trabajar. Lo primero de todo, reparar la estructura. Este paso es fundamental dentro de la restauración, puesto que garantiza la estabilidad y funcionalidad del mueble, una vez montado. Para ello, se procede reforzando las uniones sueltas, algo común en los muebles antiguos. Se lija la zona de unión, se limpia el polvo y los restos y se aplica el adhesivo. Para fijar, se colocan sargentos o prensas y se deja secar el tiempo necesario, que suele ser entre veinticuatro y cuarenta y ocho horas.

Para la reparación de grietas y huecos, se retiran los residuos y se rellena con masilla de madera. Se deja secar y, una vez seca, se lija. En el caso de piezas dañadas o irreparables, se reemplazan. Antes de proceder a la revisión final, se refuerzan las zonas críticas como las inserciones de clavijas y las esquinas. Durante la revisión se comprueba la estabilidad y se realizan los ajustes finales, para dejar secar completamente y que se asienten las uniones, antes de pasar a los pasos finales.

El quinto paso de la restauración de un mueble antiguo, consiste en la eliminación del acabado antiguo de la pieza. Esta parte, es por igual esencial. Elimina barnices, lacas, goma laca o cera en mal estado, dejando al descubierto la madera virgen, preparada para el próximo acabado. Antes de proceder hay que asegurarse de haber retirado todos los herrajes y contar con los productos necesarios, como el decapante químico, la pistola de calor, lijas… Se prepara la zona de trabajo y se procede de la forma adecuada. Puede ser un raspado con gubia o un lijado.

Los barnices de poliuretano se eliminan con la aplicación de decapantes químicos o calor, para no dañar la madera.

Tras haber eliminado el acabado, toca lijar de nuevo. Con este lijado final, se pretende dejar lisa y preparada la superficie para recibir el nuevo acabado. Se limpia bien la superficie, con aire a presión o un paño de microfibra y pasamos al siguiente paso.

Aunque ya hemos lijado la superficie, ahora toca un lijado fino. Con este nuevo lijado, se logra una superficie suave y uniforme, se eliminan las imperfecciones superficiales y prepara la madera para aplicar barnices, aceites o ceras.

Ahora llega el turno de aplica la imprimación. Este paso esencial para la preparación de la superficie de madera, asegura que el acabado final se adhiera de forma adecuada. Ayuda a sellar la madera y realzar el color y textura del acabado final. Existen imprimaciones diferentes en función del acabado final que se vaya a aplicar.

Tras secarse la imprimación y volver al lijar, podemos pasar al paso ocho: aplicación del barniz, la pintura, el aceite o la cera de elección. En este paso, el mueble adquiere su estética definitiva. Elegir y aplicar el acabado adecuado permite asegurar el buen aspecto y la protección de la madera, prolongado la vida útil del mueble.

Cada tipo de acabado, tiene su propia técnica de aplicación y las opciones, pasan por la pintura o laca, para estilos modernos; el barniz para muebles vintage; aceite para muebles de exterior; o cera para renovar sin perder el aspecto tradicional.

Una vez el acabado se ha fijado y secado, conviene proporcionar una capa de protección. El producto a utilizar se escoge en función del uso que se le va a dar al mueble y el acabado aplicado. Cada producto proporciona un nivel de protección, lo que permite mantener la estética final. Barnices, aceites y ceras, son los utilizados para este fin.

Ahora que ya tenemos todo completado, el mueble se ha secado y ha sido revisado con cada paso, toca montar. El montaje del mueble, es el paso final para terminar la obra de restauración. En esta etapa, cada pieza del mueble, vuelve a su lugar de origen, asegurando que se recupera la funcionalidad y estabilidad del mismo. Este proceso, requiere precisión para garantizar que cada parte encaje en su lugar, completando la restauración.

Para proceder, hay que preparar todo lo necesario, las piezas del mueble, las herramientas y por supuesto, la superficie de trabajo. Comprobar que las piezas están en buen estado y no falta nada y ponerse manos a la obra. Empezando por el montaje de la estructura principal. Al concluir, hacer una prueba de estabilidad, verificar las uniones y fijaciones y realizar un pulido final de la superficie. Revisar todos los detalles y comprobar que todo está en su lugar.

Se trata de un proceso que parece laborioso, pero resulta de lo más interesante y gratificante, sobre todo cuando compruebas que todo, esta como esperabas, sino mejor.

 

 

 

 

 

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