La mayoría de la gente se preocupa por las caries, la gingivitis o el mal aliento, y está bien. Son problemas frecuentes y conviene tratarlos a tiempo. Pero hay otras enfermedades que también afectan a la boca, aunque no suenen tanto ni se hablen en las revisiones típicas. No se ven en los anuncios, no las mencionan los dentistas a la primera, pero existen y pueden darte problemas serios si no se detectan a tiempo.
No hace falta volverse paranoico ni pensar que vas a tener todas, pero sí es útil saber que hay algunas afecciones menos comunes que pueden dañar tus dientes, tus encías, tu lengua o hasta los huesos de la mandíbula. Algunas tienen nombres raros, otras parecen síntomas aislados que no asocias con nada concreto, pero todas tienen algo en común: cuanto antes se detecten, mejor.
Leucoplasia: cuando las manchas blancas no son una tontería
La leucoplasia es de esas enfermedades que suelen pasar desapercibidas al principio. Aparecen como unas placas blancas en la lengua, las encías o el interior de las mejillas. No duelen, no pican y muchas veces ni te das cuenta de que están ahí. A veces se confunden con restos de comida o con una capa de saliva seca. Pero el problema es que no se van al enjuagarte ni al cepillarte.
Esta afección está relacionada con la irritación crónica. Puede deberse al tabaco, a prótesis dentales mal ajustadas o incluso al alcohol. No siempre se convierte en algo grave, pero en algunos casos puede evolucionar hacia lesiones precancerosas. Por eso es importante no ignorarla.
Los síntomas son muy sutiles: esas manchas blancas pueden volverse más gruesas o rugosas, o empezar a extenderse. Si ves que no desaparecen en dos semanas, conviene ir al dentista para que las revise. El tratamiento depende de la causa. A veces basta con dejar de fumar o ajustar una prótesis, otras veces hay que hacer una pequeña biopsia para descartar problemas mayores.
La prevención aquí pasa por lo de siempre: evitar el tabaco, mantener una higiene oral correcta y acudir a revisiones con regularidad. Aunque no moleste, cualquier cambio visible en la boca merece atención.
Glositis atrófica: una lengua que no parece tuya
Este problema afecta sobre todo a la lengua, y muchas veces está relacionado con carencias nutricionales. Puede aparecer por falta de hierro, vitamina B12 o ácido fólico. La lengua pierde su textura normal y se vuelve lisa, brillante y de color rojo intenso. Además, suele ir acompañada de una sensación de ardor o quemazón, sobre todo al comer alimentos calientes o picantes.
Lo raro de esta enfermedad es que cuesta identificarla. A veces la lengua simplemente molesta, pero no duele. O parece que se te ha inflamado sin motivo. Y lo más común es que no lo relaciones con un problema en la alimentación.
La glositis atrófica puede venir también como consecuencia de otras enfermedades como la celiaquía o problemas digestivos. Por eso, el tratamiento no se limita a aplicar algo sobre la lengua. Lo importante es averiguar qué está fallando en tu cuerpo para que se haya producido esa reacción.
En cuanto a las soluciones, suelen incluir suplementos nutricionales y ajustes en la dieta. En los casos más avanzados, puede requerir análisis más profundos o coordinación con un médico general para tratar el origen. La clave está en no normalizar la incomodidad. Si tu lengua se ve diferente o empieza a darte molestias persistentes, mejor hacerle caso.
Estomatitis aftosa recurrente: las llagas que siempre vuelven
Todos hemos tenido alguna llaga en la boca alguna vez. Pero cuando esas llagas se repiten cada poco tiempo, de forma intensa y en varios puntos a la vez, puede tratarse de estomatitis aftosa recurrente.
Son úlceras pequeñas, redondas y de color blanco o amarillento, rodeadas por un borde rojo. Suelen aparecer en el interior de los labios, en la lengua o en la base de las encías. No son contagiosas, pero sí muy molestas, sobre todo al hablar o comer.
A día de hoy no se conoce una causa única para este problema. Se cree que está relacionado con el sistema inmunológico, el estrés, algunos alimentos o incluso cambios hormonales. También se ha visto que hay personas que tienen cierta predisposición genética a sufrirlas.
Aunque en principio no son peligrosas, sí afectan a la calidad de vida. Cuando son muy frecuentes, hay que buscar tratamientos que reduzcan la inflamación y alivien el dolor. Se pueden usar enjuagues específicos, pomadas o incluso medicamentos que refuercen la mucosa oral. Lo importante es no resignarse y consultar si el problema es constante.
Candidiasis oral: más común de lo que parece
Aunque no es tan desconocida como otras, la candidiasis oral sigue siendo una enfermedad que muchas personas no identifican correctamente. Está provocada por un hongo llamado Candida albicans, que vive normalmente en la boca sin causar problemas, pero que puede descontrolarse en determinadas situaciones.
El exceso de antibióticos, el estrés, un sistema inmunitario débil, la diabetes o el uso de prótesis dentales mal higienizadas pueden favorecer su aparición. El síntoma más habitual es una capa blanca y cremosa en la lengua, el paladar o el interior de las mejillas. También puede provocar enrojecimiento, ardor o incluso grietas en las comisuras de los labios.
En los casos leves, se trata con antifúngicos locales (en forma de enjuague o pastillas). Pero si la infección es más fuerte o se repite mucho, hay que revisar posibles causas de fondo. A veces la candidiasis oral es solo la punta del iceberg de otros desequilibrios internos.
Para prevenirla, lo mejor es mantener una higiene bucal estricta, enjuagar bien después de usar inhaladores (si los usas), controlar los niveles de azúcar en sangre y, si llevas prótesis, limpiarlas a diario y quitártelas por la noche.
Displasia epitelial oral: un aviso que no conviene ignorar
Este es uno de los diagnósticos que más preocupa a los especialistas cuando aparece en una revisión. La displasia epitelial oral es una alteración en las células que recubren la mucosa de la boca. No es cáncer, pero puede convertirse en uno si no se controla. Se considera una lesión precancerosa, así que es importante detectarla pronto.
Generalmente aparece como una mancha blanca, roja o mixta, en zonas como la lengua, el paladar o el interior de las mejillas. Lo complicado es que no suele doler, ni cambiar de tamaño rápidamente, así que muchas veces pasa desapercibida.
Aquí es donde la revisión con un profesional cualificado marca la diferencia. Y es justo lo que explican en la Clínica Dental Dr. Sánchez Moya. Según su enfoque, el error más común es pensar que todo lo que no molesta es inofensivo. En su experiencia, muchos casos de displasia se detectan durante limpiezas o chequeos rutinarios, y por eso insisten tanto en no saltarse las revisiones.
Una vez detectada, hay diferentes niveles: leve, moderada o severa. El tratamiento varía según el grado. A veces basta con controlar la evolución, otras veces se requiere eliminar la lesión con láser o cirugía menor. Y en cualquier caso, se hace un seguimiento constante para asegurarse de que no derive en algo más grave.
Ellos insisten también en la importancia de abandonar hábitos como el tabaco o el alcohol si se detecta una displasia, ya que son factores que aumentan el riesgo de que avance.
Liquen plano oral: una enfermedad con nombre raro y síntomas confusos
El liquen plano oral es otra de esas afecciones que cuesta identificar. Se trata de una inflamación crónica de la mucosa oral, que puede aparecer en forma de líneas blancas, manchas rojizas o incluso úlceras dolorosas. Afecta sobre todo al interior de las mejillas, pero también puede aparecer en la lengua o las encías.
Aunque no se sabe con certeza su causa, se considera una enfermedad autoinmune. No es contagiosa, pero sí molesta. El mayor problema es que los síntomas van y vienen, y a veces se confunden con otros problemas como la candidiasis o simples irritaciones.
Algunos pacientes tienen formas leves que no requieren tratamiento, pero otros necesitan medicamentos para controlar la inflamación, como corticoides en gel o enjuagues. En los casos más persistentes, se hacen revisiones regulares para asegurarse de que la lesión no cambie o evolucione hacia algo más serio.
El diagnóstico lo debe hacer siempre un profesional, a veces incluso con biopsia. Y aunque su nombre suene raro, no es tan infrecuente como parece, especialmente en personas de mediana edad.
¿Qué puedes hacer tú para no llegar tarde?
La buena noticia es que muchas de estas enfermedades se pueden tratar bien si se detectan a tiempo. La mala es que casi ninguna avisa de forma clara. Por eso lo más importante es estar atento a cualquier cambio en tu boca, por pequeño que sea.
- Si notas manchas que no se van, consulta.
- Si te arde la lengua sin razón, consulta.
- Si tienes llagas que no desaparecen, consulta.
- Si ves cambios en el color, la textura o la forma de alguna zona, consulta.
Ve al dentista a menudo
Puede que nunca hayas oído hablar de muchas de estas enfermedades, pero eso no significa que no puedan aparecer. La boca es una zona sensible, y a veces los problemas más serios empiezan con señales pequeñas. Lo importante es no ignorarlas.